libros

libros

martes, 5 de agosto de 2014

Grillo, yo te extrañaré.


 

 

Grillo, yo te extrañaré.

Me llamo Alberto, como he sido flaco desde chiquillo y me gusta saltar, todos me dicen ¨El grillo”, con facilidad me trepo a los árboles, en mi cuarto subo a la cama, brinco  hasta las vigas  del techo que está alto y a pura fuerza de los brazos me paso de un lado a otro y caigo sobre la mesa de trabajo. Tengo catorce años, en un mes termino la secundaria, a mediados de Julio me entregan mi certificado, luego a ver si entro al Tele bachillerato para hacer la prepa. Mi papá no quiere que estudie más, señala que hay que trabajar, que el estudio es pa´los ricos. Él es chofer de una camioneta, acarrea alimento para ganado, dice que su patrón me dará chamba para cuidar las vacas y…

En ese momento un grito de su abuela Catalina saca a Alberto de sus pensamientos:

--¡Grillo, Grillo hijo!- Ven a ayudarme para ir a comer, ya es tarde, tengo hambre y nadie viene por mí.

--Ya voy abuela, aquí estoy en el patio, vamos a la otra casa para que comas. Toma el bastón, te sostengo del brazo y vamos a comer abuelita chula.

La casa de doña Cata y la de su nieto Grillo están cercanas, por la ceguera que padece desde hace años  la anciana no se desplaza sola, el jovencito es quien la lleva y trae de una casa a otra, en contadas ocasiones la acompaña su nuera Emilia o su hijo Hugo, padres del Grillo. La anciana saluda a la nuera y pregunta:

--¿Ya vino a comer Hugo?- Emilia le dice que no y Grillo comenta con burla: mi papá a estas horas de la tarde anda borracho paseando a sus putas en la camioneta.

--¡Ay Alberto, no hables así de tu papá!, dice Emilia y agrega, se echa sus copas, pero a tu hermanita Joaquina  ni a ti  les falta nada, él todo les compra, pobremente tenemos lo necesario en casa.

--Pues sí, nada nos falta, golpes y cinturonazos nos sobran. Si  no estuvieras ciega abuelita, verías a mi mamá que trae los ojos morados y anda media coja  de la golpiza que mi papá le dio ayer que llegó briago, mi hermana y yo  nos escondimos en tu casa.

--Yo no creo que Hugo haga esas barbaridades - dice  doña Catalina, y tu Albertito ve a confesarte para que el señor cura te ponga penitencia y te aconseje. ¡Que Dios te perdone por hablar  mal de tu papá!

--¡Abuelita! dices que exagero, como estás ciega ni cuenta te das de las palizas que mi papá nos da casi a diario. Todo el barrio se entera.

 

Mientras tanto, en la cantina Hugo  platica con su amigo Odilón. -Ya me dijo el patrón que le va a dar trabajo a mi chamaco en el establo ora que salga de la secundaria, se ha puesto muy cabroncito y la verdad ya no lo aguanto. Ahí va a aprender a trabajar y de pasada se gane unos pesos extras que buena falta me hacen.

--¿Entos el  Grillo no va a estudiar la prepa compa Hugo?  No, dice el  aludido, que estudiar ni qué carajo. Tu y yo no estudiamos y no nos la pasamos tan mal, el patrón nos tiene confianza y ahí va saliendo pa´l chupe .Y le grita a la mesera: ¡Hey Juanita! Tráete dos cervezas bien frías  y una buena  botana.

 

Es media tarde, pocos feligreses  se encuentran en la iglesia, el humo de dos cirios invade con su fuerte olor a parafina  la parte frontal del templo y un ramo de rosas frescas frente a la Virgen de Guadalupe, despiden un grato aroma. Por un pasillo lateral Grillo camina despacio, ve al sacerdote en el confesionario, se hinca frente a él y,

--Ave María purísima-dice el cura. Sin pecado concebido, responde el Grillo, ambos se persignan y el sacerdote indica al muchacho, te oigo hijo: y Alberto empieza a decirle…

--Dios te oyó hijo mío, te aconsejo que platiques con tus papás, verás que entenderán y todo va a mejorar en tu hogar. Dios te bendiga, recuerda,  el domingo los espero en misa.

 

--Pero papá, yo necesito hablar contigo y con mi mamá, dice el joven-, ¿Qué te cuesta?  Solo un momento, no te vayas por favor. Nada tenemos que hablar, grita Hugo; ya me dijeron que te fuiste a ver al cura, pero yo soy quien los mantiene y el que manda. Al que no le guste que se largue de la casa y no me sigas chingando Grillo porque con la reata nueva esa que ves colgada en el marco de la puerta de tu cuarto te voy a dar una madriza, y tú Emilia aplaca a este pinche chamaco o también te madreo a ti.

Doña Cata, en su perenne oscuridad, con temor le dice a Hugo-Cálmate muchacho, no le grites así al chamaco, ¡me espantas hijo!

--Usted ya me tiene harto con sus chocheces – le contesta Hugo a su madre, siempre defendiendo a este vago. Tú Joaquina, le dice a su hija de once años, lleva a la abuela a su jacal pa´que deje de estar jodiendo aquí con sus achaques.

 

La mañana de este caluroso viernes ha sido tranquila en la secundaria nadie faltó a clases en ratos de descanso jugué futbol con los amigos y compañeros nos dio sed tomamos agua sudamos a chorros mientras hablamos de películas de música de canciones por cierto les dije a los chavos que me gusta mucho la canción Yo te extrañaré luego me fui caminando hasta mi casa que me queda lejos de la escuela  pero tenía ganas de ver a la gente las casas  las calles del pueblo pasé a darle un beso a mi abuela que aunque esta ciega me reconoce por los pasos y por el olor con más razón que ando apestoso a sudor sigo a mi casa me baño no tengo mucha hambre le digo a mi mamá Emilia que voy a estudiar le doy un beso  me meto a mi cuarto a la pasada agarro la reata que me dijo mi papa que está colgada de un clavo en el marco de la puerta en eso llega mi hermanita Joaquina le doy besos  un puño de dulces le regalo una libreta y como siempre le doy un cariñoso jaloncito de sus trenzas  cierro bien para escribir una carta para nadie en especial solo que sepan que mi papá no quiere hablar conmigo mucho menos darme un abrazo  jamás un beso o decirme siquiera una palabra cariñosa y ya no quiero seguir así en la carta digo que deseo ir a los honores a la bandera el lunes en mi escuela después  a la iglesia para cumplirle al cura con su misa que me lleven con banda de guerra y a la entrada al panteón que toquen mi canción mientras la canto en voz baja coloco mi mesa de trabajo en el centro del cuarto y me trepo en ella para amarrar con fuerza la reata a la viga del techo de mi cuarto y así parado sobre la mesa  llena de papeles subo y bajo varias veces el nudo corredizo en la misma reata con la que mi papá amenazó que me iba a dar una madriza y casi de puntillas me meto el lazo al cuello sin saber cuánto tiempo voy a poder respirar o si me va a doler pero creo que más me han dolido los desprecios de mi padre pero no hay arrepentimiento la decisión ya está tomada y pateo con furia la mesa vuelan papeles y la hoja de la carta también mientras todo me da vueltas me falta aire se me nubla la mirada y alcanzo a ver ya muy borroso al Cristo de mi cabecera.

 

F I N.

Donaciano Barradas ortega.

San Juan Evangelista, Ver. México. A 30 de Julio de 2014.